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BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 13/03/2019

EL POLÍTICO Y SUS SEGUIDORES NARCISISTAS

Erich Fromm expone que la libertad no es otra cosa que la capacidad para seguir la voz de la razón, de la salud, del bienestar, de la conciencia, contra las voces de las pasiones irracionales. Por lo tanto, el pensar, el reflexionar y meditar antes de tomar una decisión es lo más acertado.

En contraparte al proceso de racionalización está la venganza, que es una pasión irracional. Hay material psicoanalítico que demuestra que los grupos más atrasados (en los aspectos económico, cultural y emocional) tienen un sentimiento más fuerte de venganza, el cual utilizan los políticos para su provecho y lucran con los sentimientos vindicativos de la población. De ahí el éxito de los nacionalismos exacerbados y los regímenes totalitarios.

Fromm expone que hay dos factores decisivos en este fenómeno: la pobreza cultural, económica o emocional del grupo primitivo y que convierte la venganza en un medio necesario para la reparación de una pérdida. Y el segundo factor es el narcisismo del grupo, cuyos integrantes reaccionarán con una hostilidad intensa contra todo aquel que critique la imagen que tienen de sí mismos o de quien los representa, por lo que su forma de razonar es maniquea: nosotros somos los buenos y ellos los malos.

Los políticos narcisistas forman parte de una patología grave para nuestra democracia, pues no toleran la crítica y tienden a sentir cualquier señalamiento como un ataque hostil, ya que por el carácter mismo de su narcisismo no puede imaginarse que esté justificada.

La deformación es enorme en este cuadro clínico porque hay un evidente daño en su facultad de razonar y percibir la realidad con objetividad: “el mundo exterior no es un problema para él, no lo abruma con su poder, porque él consiguió ser el mundo, sentirse omnisciente y omnipotente”, refiere Fromm.

Lo peligroso es que el político narcisista, para preservar su imagen sobrevalorada de sí mismo, recurre a transformar la realidad de tal manera que coincida con su imagen narcisista. El caso más famoso de estos políticos narcisistas es Hitler, quien logró estimular el sentimiento de venganza de una gran parte del pueblo Alemán. Millones de personas creyeron en sus grandiosas fantasías respecto del milenio del Tercer Reich. Y por eso, cuando fue derrotado, se suicidó, pues no toleraba la destrucción de su imagen narcisista.

Afortunadamente, Erich Fromm refiere que el narcisismo se puede socavar con el pensamiento científico: “El método científico exige objetividad y realismo, exige ver el mundo como es y no deformado por los deseos y temores de uno. Exige ser humilde hacia los hechos de la realidad y renunciar a toda esperanza de omnipotencia y omnisciencia”.

Y es que no se puede soslayar, como elementos imprescindibles para el perfeccionamiento de nuestra sociedad, el pensamiento crítico, la actitud dubitativa y hasta casi inquisitiva, pues siempre hay que buscar las pruebas  y utilizar los métodos de pensamiento que contrarrestan esta orientación narcisista, la cual restringe la razón e impide ver la realidad tal cual es.

Dos puntos

Fromm también habla de los seguidores del político narcisista, quienes defenderán la imagen que idolatran, pues ésta es el objeto de su pasión narcisista. De esa forma queda anulado cualquier posibilidad de diálogo constructivo. Sirven para adorar y no para pensar.

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