AL VUELO

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 21/07/2011

La frente en alto

Yo soy de esos hombres a los que les gusta deambular. Salir, simplemente, a la calle, y caminar sin rumbo, husmeando a través de las ventanas de las casas, intentando olvidar los sufrimientos del dia. O también, en los días de lluvia, meterme en un centro comercial, y ponerme a olisquear en los anaqueles. Ayer, por ejemplo, que precisamente llovía, fui al Warehouse de por la casa. Me detuve en la sección de películas, que es de mis preferidas, y como tenía tiempo de sobra, me puse a revisar una por una todas las que tenían etiqueta de promoción. Al poco tiempo de estar viéndolas me empezó a doler la base del cuello. Lo giré hacia un lado y hacia otro, y continué mi avanzada. Lo hice hasta que ya el dolor no me dejaba tranquilo. Entonces abandoné la empresa, salí del centro comercial y me detuve en las afueras, debajo de un caídizo. Levanté la cabeza hacia el cielo y me puse a mirar las estrellas. Todo el cielo estaba lleno de estrellas. Las estuve viendo durante largo rato, hasta que recordé que mi mujer me había pedido no olvidar comprar uvas y papel de baño. Durante el trayecto al coche, me di cuenta que mientras estuve viendo películas con la cabeza agachada me dolió la base del cuello mientras que cuando tuve la cabeza mirando hacia las estrellas, no. Por una asociación milagrosa, mientras ingresaba en mi vehículo no tuve más remedio que convencerme, entonces, que nada hay mejor que ir siempre en la vida con la frente en alto.

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