BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 15/11/2018

EL CONGRESO, UN COLISEO

A las y los diputados de la 59 legislatura –con algunas honrosas excepciones—les falta leer más, sobre todo los griegos; más Platón y Aristóteles y menos Taibo II y Eduardo Galeano.

No se trata de pedantería ni ínfulas de intelectualismo; pero si el objetivo es establecer un debate, un diálogo constructivo, que nos lleve a conclusiones lógicamente admisibles, entonces es imperativo establecer un proceso racional que ayude a resolver las grandes problemáticas del estado.

Eso fue precisamente lo que faltó en las comparecencias, más en la del gobernador Ignacio Peralta. En estos días el congreso, más que el ágora donde se depuran las ideas y propuestas, parecía la arena de coliseo en la que se soliviantan los antagonismos. 

Con ese ánimo contencioso salieron los legisladores, en especial los de Morena, quienes interpretaron a cabalidad un papel mediático, que si bien nutre el discurso propagandístico –aplaudido por sus simpatizantes—en nada contribuye a las soluciones que exige la sociedad.

Estoy a favor de los contrapesos institucionales. Que el congreso sea crítico, pero con fundamento. No es el caso: las comparecencias han devenido en un espectáculo mediático, donde priva la diatriba y la discusión estéril, sin fundamento.

Entiendo que en tiempos de campaña se aviven los antagonismos, pero estamos en otro momento de la película. Ya son gobierno los legisladores de Morena, representan un poder de gran importancia, fundamental para el funcionamiento de nuestra sociedad, como es el legislativo.

No se trata de que haya una obsecuencia servil del legislativo al ejecutivo. Creo que nadie pide que el congreso se supedite al gobierno del estado. Pero la diatriba, el insulto, no favorecen el proceso dialéctico, esencial para resolver las problemáticas del estado.

De ahí la pregunta: ¿qué es lo que sigue? ¿Qué les dejan las comparecencias del gobernador y los titulares de las dependencias a los legisladores? Si el objetivo fue buscar un lucimiento de las y los diputados al confrontar al gobernador, creo que el resultado es diametralmente opuesto.

Y en gran parte este resultado se debe a las acusaciones sin sustento de los legisladores. Hubo mucho discurso propagandístico, mediático, que a la luz de los hechos y evidencias fue refutado. Tan fue así, que los legisladores no utilizaron sus contra réplicas, y los que lo hicieron fue para hacer más posicionamiento políticos o preguntas.

La contra réplica es esencial en una debate, pues es el momento en que se establece un proceso dialéctico, sopesando los argumentos a favor y en contra. Por eso, precisamente, la contra réplica representa una ejercicio intelectual riguroso, de mucha atención a lo que se está diciendo para saber qué responder.

Lo que sucedió, en la mayoría de los casos, es que los legisladores ni siquiera estaban poniendo atención a las respuestas del gobernador y los secretarios: hicieron las mismas preguntas, aunque ya se había dado una respuesta puntual. No hubo, además, en los posicionamientos de los legisladores, propuestas y soluciones, sino que todo se centró en la confrontación.

La discusión no tiene nada de malo, siempre y cuando sea racional, y permita, en último término, alcanzar soluciones, conclusiones que permitan resolver las problemáticas de la sociedad. Todavía nuestros políticos no transitan de la discusión estéril a un proceso racional que permita, con base en la cooperación institucional, resolver los problemas de la sociedad.

Ahí están las pasadas administraciones municipales, de Insúa y Yulenny, las cuales nunca colaboraron en el tema se seguridad pública. O el caso de Rafael Mendoza, que sigue violando la ley de movilidad. Esperemos que los legisladores de Morena, sin dejar de ser un contrapeso institucional, tengan la inteligencia para trabajar de manera conjunta y conseguir soluciones. Eso es lo que quiere el pueblo: resultados tangibles y menos retórica.

Dos puntos

El secretario de Desarrollo Urbano, Jesús Sánchez Romo, fue muy contundente en sus argumentos con los legisladores para defender la obra de la Calzada Galván. Se critica mucho desde el automóvil, pero la realidad es que esta obra fortalece el transporte alternativo y la inclusión de sectores vulnerables de la población, como los invidentes y paralíticos. Es una obra necesaria y que marca una tendencia urbanística necesaria, impostergable ya para una ciudad más inclusiva.