LA PANGA

MAYAHUEL HURTADO | Opinión | 23/10/2018

LA CARAVANA MIGRANTE: ¿CUÁNTOS LLEGAN A EU?, ¿CUÁNTOS SE QUEDAN MÉXICO DE FORMA ILEGAL?, ¿POR QUÉ NO VOLTEAR A LOS PUEBLOS INDÍGENAS?

El tema que ha acaparado la atención de los medios es, sin duda, la Caravana Migrante, donde miles de centroamericanos, la mayoría de Honduras, han entrado a México y atraviesan el país a pie en busca de oportunidades en Estados Unidos.

En ese arduo trayecto, bajo un sol implacable, hombres, mujeres y niños están necesitados de agua, alimento, atención médica y refugio. Varias ONGs en la zona han denunciado la difusión de mensajes xenófobos en las redes sociales. Sin embargo, muchos mexicanos han estado brindando apoyo, como agua, comida, mantas y hasta transporte.

A nadie nos queda duda que la solidaridad de los mexicanos es a prueba de todo y siempre nos sumamos a las causas de los más necesitados, pero en este caso, “el buen juez por su casa empieza”. Realicemos un análisis real de este éxodo que aclaro, no tengo nada en contra de los extranjeros, pero si representa un riesgo en el sentido de que en caso de que no puedan llegar a EU, se quedarán aquí, sin empleo, sin servicios médicos, sin un techo donde vivir y mantener la higiene básica, sin oportunidad de regularizar su situación, por lo que viene la interrogante: ¿Qué harán para sobrevivir ya en un estado crítico derivado de las situaciones antes señaladas?

En caso de que se decida darles asilo por su desafortunada situación, ¿no representarán una competencia para las oportunidades laborales y de obtener una mejor calidad de vida de los nacidos en México?

No es xenofobia, es una cruda realidad, porque nuestra política de transición, nuestra economía tan cambiante y la falta de oportunidades de empleo a lo largo y ancho de la República, son indicadores necesarios para que nos digan “no se puede brindar asilo a estas personas”; es cuestión de matemáticas simples, de estadísticas que nos muestran a millones de mexicanos que de forma complicada todos los días salen a luchar para mejores oportunidades de vida y se encuentran en condiciones de pobreza; además de las personas que habitan en zonas de alta marginación, en extrema pobreza, que requieren de políticas públicas para beneficiar a sus grupos vulnerados, me refiero a los pueblos indígenas.

Son del conocimiento público las condiciones en las que sobreviven los grupos indígenas que requieren de una ayuda humanitaria continua, oportunidades del desarrollo de actividades productivas para su sostenimiento, dotarlos de los servicios básicos en las comunidades de muy difícil acceso, servicios médicos y educativos de calidad; porque discúlpeme usted, amable lector, lectora, ellos son los herederos de esta tierra, son el único eslabón que nos permite estar unido a nuestras raíces, los pueblos indígenas son por mucho el patrimonio histórico y cultural de gran importancia en nuestro país.

Por tanto, es bueno ayudar a los demás, es muy lamentable la situación que se vive actualmente en Honduras y en muchos países de Centroamérica, en donde las grandes necesidades de trabajo para brindar mejor calidad de vida a sus familias y la inseguridad, los orilla a dejar su país y aventurarse en este éxodo, pero México en estos momentos no está preparado para recibir a miles de personas indocumentadas y brindarles asilo humanitario, con todo lo que conlleva y teniendo el pendiente de atender las necesidades de los grupos vulnerados, de aquellos mexicanos que viven en extrema pobreza y de los pueblos indígenas. La solidaridad sería mejor iniciarla por nuestros hermanos y después extender los brazos de apoyo a otros pueblos.

México, históricamente ha sido una nación que ha recibido refugiados y desde 2014 se realizaba un conteo de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) de por lo menos 12 años atrás en donde la quinta parte de los que solicitaban refugio provenientes de Centroamérica fueron aceptados; la causa más recurrente, venían huyendo de la delincuencia de sus países.

Tan solo en 2016 se registraron en México 8 mil 781 personas como refugiados, de los cuáles el 90% provienen de Honduras, El Salvador y Guatemala, aunque también ciudadanos de países africanos como Somalia; Medio Oriente, como Siria; o del Caribe, como Haití, han llegado al país.

Cierro con una reflexión: Si de dos mil personas que iniciaron su éxodo en el mes de abril de este año, sólo 300 lograron cruzar la frontera con los Estados Unidos, ¿dónde están los 1700 restantes?, ¿fueron deportados?, ¿o están en algún lugar de nuestro país buscado sobrevivir? Y de abril a la fecha, ¿cuántos más han llegado?