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PUPITRE AL FONDO

BLANCA F. GÓNGORA | Opinión | 04/10/2018

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO: SEMANA DE CONCIENTIZACIÓN

Tengo tiempo queriendo hablar del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) y no me he atrevido. Me faltará espacio y quizá no llegaré al punto, pero al menos quiero que las comunidades escolares sepan que existe y que quizá sin darnos cuenta hemos tenido alumnos que lo padecen y con quienes,  por nuestro desconocimiento,  hemos sido arbitrarios y hasta un poco intolerantes e  insensibles.

El TOC  llegó a mi vida para quedarse y fue tan difícil dar con él, tanto  por  desconocimiento propio, como por desconocimiento de los doctores con quienes tocábamos puerta y también por el  desconocimiento existente  por parte de los maestros, contacto primario y de real importancia en la niñez.

La semana del 07 al 13 de octubre está dedicada, internacionalmente, a crear conciencia sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo, poco conocido en México y por lo tal, reducido a frases  o adjetivos casi siempre utilizadas en forma jocosa hacia las personas que son demasiado ordenadas o que tienen a una limpieza excesiva, sin saber que por ser un trastorno, va más allá de ser un adjetivo, va más allá de decir “es bien obsesivo”, va más allá de anécdotas con final feliz, pues ni tiene final (nunca termina), ni mucho menos  es feliz (implica grandes y profundas dosis de angustia y sufrimiento constante). En lengua inglesa hay mucha información e incluso hay muchas instituciones que sin fin de lucro trabajan unidas para apoyar tanto a las personas que padecen este trastorno como a las familias que viven con ellos. En inglés se conoce como OCD (Obsessive Compulsive Disorder) y “es un trastorno de salud mental que afecta a personas de todas las edades y condiciones sociales, y se produce cuando una persona queda atrapada en un ciclo de obsesiones y compulsiones. Las obsesiones son pensamientos indeseados, pensamientos intrusivos, imágenes o impulsos que provocan sentimientos de angustia intensa y  las compulsiones son conductas en las que un individuo participa para intentar deshacerse de las obsesiones y/o disminuir su angustia” (https://iocdf.org/about-ocd). Esa es la definición técnica y esta que a continuación comparto me la explicó alguna vez, alguien de 6 años:

“es como tener dos mentes: una que te manda pensamientos que te asustan y te indican cosas malas y otro que te dice que esa otra mente no es la verdadera, que no debes hacer caso, esos pensamientos que te asustan podemos llamarlos “pensamientos latosos”, son como moscas, que espantas y espantas y vuelven a aparecer”.  De esos  “pensamientos latosos” (como ella los nombra), que se repiten y se vuelven cíclicos e incontrolables, muchas veces (aunque no siempre),  se genera una conducta o acción que una de las mentes te ordena hacer para evitar con ello que el “pensamiento latoso” se vaya a volver realidad, entonces es cuando surge la compulsión (o manía de hacer ciertas acciones o rituales: lavarse las manos repetidamente, ordenar excesivamente un escritorio, no usar tal o cual color, revisar constantemente si apagaste la estufa, tocar repetidamente algún objeto, etc., etc.) para abortar así  la posibilidad de que el “pensamiento latoso” se realice.

El TOC, forma parte  de los trastornos de ansiedad y por lo mismo,  genera  siempre incertidumbre, sufrimiento y más  cuando no se detecta, por ello pienso en la niñez que en nuestro país padece sin saberlo (y sin que sus padres lo sepan) este trastorno, sé de  lo desesperante que para un padre puede resultar el no poderle quitar a su hijo  “la costumbre” de lavarse las manos cada ciertos minutos, o el tiempo que se pierde en revisar  3 ó 5 veces que la tarea o mochila esté completa (¡sabiendo que está completa!), o el coraje que surge  cuando el hijo no puede leer páginas con números nones, por ejemplo, o las ganas de darles una nalgada cuando se afanan en que no les gustan las galletas cuadradas o las tazas redondas. La forma más fácil es etiquetar a nuestros hijos (o nuestros alumnos) como “tercos” y algunas veces como “miedosos”, pues sus miedos resultan (para los que no padecen el TOC) tan infundados, tan ilógicos, tan irrazonables,  que no se dan cuenta  de que un simple: “No pasa nada”,  no será nunca la solución. Pienso en esos niños dentro de las escuelas y siento que se necesita mayor concientización en el sistema educativo  para que se empiece a tender la mano a los niños con trastornos de ansiedad  y se logre por lo menos  lo que se ha logrado con el autismo: decirle al mundo  que este tipo de niños existe y padecen no solamente su particular y especial personalidad, sino además, insistir en  el reconocimiento de la diversidad de inteligencias, muchas veces prodigiosas, que estos niños poseen.  Ahora que está en boga la  inclusión, y la educación emocional, tendamos pues los puentes para que nuestros niños  con trastornos de ansiedad puedan primero ser detectados, reconocidos, apoyados, comprendidos, guiados y así ellos podrán, con mayor facilidad, luchar contra sus incertidumbres y serán más felices y exitosos, primero en sus escuelas, luego entonces en  sus vidas. #OCDWeek2018 #RealOCD

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