BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 11/09/2018

LA PARTIDOCRACIA: UN PARTIDO DE FUTBOL

Ahora, ante los antagonismos partidistas, hay quienes ven el ámbito de la opinión pública como la cancha de futbol, donde se pierde o se gana, y se emiten opiniones con la facilidad de un estornudo. Ya no hay comentarios pertinentes, sino buenos o malos, los que me apoyan o me afectan. Esa dualidad, ese maniqueísmo, degrada cualquier proceso dialéctico para llegar a una verdad demostrable y lógica.

Así, ¿para qué pensar y reflexionar si cualquier comentario está inspirado en la inquina de la derrota o en las mieles de la victoria? En este espacio siempre lo he dicho: que los políticos hablen por sus hechos. Y los periodistas estamos para, precisamente, discernir entre la paja de las declaraciones y los hechos de carácter incontrovertible, sin entrar en disquisiciones maniqueístas: este político es bueno, pero aquel es malo.

Siempre he tenido la convicción de que el periodismo va más allá de generar contenidos noticiosos e informativos, sino que tiene como objetivo esencial el perfeccionamiento de la sociedad. Quizá por eso la crítica a los reporteros de que siempre buscan lo negativo, pero es precisamente lo que se busca denunciar para que la autoridad, las instituciones, lo corrijan.

El periodismo debe ser el espejo donde la sociedad se mire y se aprecie a cabalidad, con todos sus desperfectos y virtudes. Debe ser un espejo en el cual no haya deformaciones, porque entonces se incurriría en el amarillismo, que no es otra cosa que sobredimensionar y tergiversar los hechos.

Ante lo opinión periodística, bien sustentada, la autoridad y la partidocracia debe ser receptiva. También aquí lo he dicho: no hay peor mal en un político que la incongruencia: que diga algo y haga exactamente lo contrario a lo que expresó. Pierde, así, su credibilidad, el capital más importante para un político.

Lo digo aquí, sin ánimo de soliviantar a los de un partido: Morena está cometiendo graves errores de forma, que al final son de fondo. Y lo digo de Morena porque ahora es el principal poder político en México y próximamente será gobierno: es poder mayoritario en el senado, congreso de la unión y en 19 congresos estatales y AMLO, en pocos días, encarnará el ejecutivo.

Ya en el congreso de la unión y el senado aprobaron algunas medidas de austeridad –quitaron las botanas y edecanes—para luego, 48 horas después, regresar todo a como estaba. Luego dijeron, los mismos de Morena, que se iba a postergar lo de reducirse sus cuantiosos sueldos –los de ellos y todos lo demás--, supuestamente por no llegar acuerdos: ¡cómo, si tienen una mayoría aplastante!

Aclaro: con Morena regresamos al partido hegemónico y al presidente caudillista. El primero de julio no ganaron los ciudadanos; ganó la partidocracia, con un partido que se parece mucho al PRI de los setentas, de Luis Echeverría. Se lo dije una vez a Vladimir Parra (un morenista de hueso colorado y cuyas intenciones son genuinas para ayudar a la población) después de una entrevista: yo soy un escéptico de la cuarta transformación.

Y lo sigo siendo. Estoy esperando que los de Morena, más allá de los discurso de la austeridad republicana y que son diferentes a los partidos tradicionales, hablen con los hechos. Esperemos que así sea y que cumplan las expectativas ciudadanas. Todavía tienen mucho tiempo, aunque pasa rápido, muy rápido.

Dos puntos

La remodelación de la Calzada Galván ha sido blanco de fuertes críticas, todas estas desde la comodidad del automóvil. Si bien la capital del estado es una de las más pobladas en vehículos, por relación per cápita, las ciudades no deben ser pensadas para los automóviles, pues al rato vamos a tener que quitar las banquetas para que quepan tantos carros.

El secretario de Desarrollo Urbano, José Sánchez Romo, tiene un sólido perfil académico y busca implementar una visión urbanística a futuro, con un enfoque metropolitano; es decir, que beneficie a los municipios de Colima, Villa de Álvarez, Cuauhtémoc, Comala y Coquimatlán. Pero para eso se tiene que desarrollar obras que tengan un impacto metropolitano. La Calzada Galván lo tiene, porque está pensado en ser un circuito de ciclovías que conectan a estos cinco municipios.

Descalificar esta obra porque no hay muchos peatones o ciclistas que circulen por esa zona y decir, con base a ello, que no se requieren, es una argucia, un sofisma. Es como afirmar que no se requiere rampas para sillas de rueda, porque la mayoría camina. Es una cuestión de inclusión. Y estas obras están planeadas a futuro. Habrá mayor transporte alternativo cuando la infraestructura sea propicia.