PUPITRE AL FONDO

BLANCA F. GÓNGORA | Opinión | 16/08/2018

ESTRENANDO: CICLO ESCOLAR Y MODELO EDUCATIVO

El próximo lunes empieza el ciclo escolar 2018-2019, el que más notas periodísticas ha acaparado y también el que más incertidumbre ha generado, pues trae cargando en su mochila a la polémica Reforma Educativa, que a decir del nuevo presidente electo será derogada (o semi-derogada o reformada o ya no sabe uno qué).

En este ciclo escolar que inicia,  el Nuevo Modelo Educativo se aplicará plenamente en todo el nivel preescolar, en primero y segundo de primaria y en primero de secundaria. Los grados restantes (tercero, cuarto, quinto, sexto de primaria y segundo y tercero de secundaria) continuarán con las mismas asignaturas académicas de ciclos anteriores y solamente  iniciarán con dos partes de los tres componentes curriculares del Nuevo Modelo Educativo denominadas “Áreas de Desarrollo Personal y Social” (que comprende Artes, Educación Física y Educación Socioemocional) y “Ámbitos de la Autonomía Curricular”.

Esto de la “Autonomía Curricular” ha generado diversos conflictos, uno de ellos, es la eliminación de  los talleres de enseñanza tecnológica, eliminación que en  Guanajuato no procederá porque docentes y comunidades escolares defendieron la necesidad de los mismos y  lograron su no eliminación, pues los consideran la razón de ser de las secundarias técnicas.

Otro conflicto que ya se percibe en el aire en relación con la “Autonomía Curricular” es el ocasionado por cuestiones de presupuesto, ya que si bien la escuela tiene que ofertar “clubes” para que los estudiantes puedan elegir según sus propias preferencias, las escuelas siguen sin presupuesto para poner en marcha dichos clubes, con excepción de muy pocas escuelas que contarán con recursos del programa federal de la Reforma Educativa, las demás pues a sufrir gestionando, porque en el capítulo III del Acuerdo 11/05/18 que contiene los lineamientos para el desarrollo y ejercicio de la Autonomía Curricular, especifica que ésta se sujetará a los principios de laicidad y gratuidad, por tanto,  la escuela no cobrará cuota alguna a los alumnos, padres de familia o tutores ni para el diseño ni para la participación. Entonces, siendo realistas, esto obstaculiza  la implementación, pues imagínese usted, supongamos que los maestros de una primaria quieren formar un “club de cocina saludable”, pero la escuela no cuenta con instalaciones adecuadas (ni horno, ni gas, ni batidoras, ni utensilios para cocinar, ni nada de nada),  entonces los docentes, amparados en su creatividad y viendo las limitantes,  deciden que enseñarán ensaladas  (pensando en una manera económica y práctica), bueno, pues mínimamente ocuparán comprar los ingredientes de la ensalada y deberán contar con llave con agua para lavarlos,  garrafones,  ensaladeras, pretil o mesas para cortar, refrigerador para conservar los ingredientes mientras empieza la clase y para guardar el producto terminado, y todo eso, lamentablemente, cuesta. O supongamos que la escuela tiene más altas expectativas y entonces quiere dar un “club de robótica”, esa novedad que ofrecen ahora las escuelas particulares, y que  mínimamente requieren  piezas de lego (y usted sabe lo que cuesta el Lego), sensores, motores, baterías led, etc., entonces los maestros tampoco podrán llevarla a cabo, y así otras opciones más que tendrán que ir siendo descartadas. Por algo entre los docentes frente a grupo se escucha que terminarán todas las escuelas dando “clubes de papiroflexia”  o “clubes de caligrafía”, pues una cosa es lo que los alumnos quisieran aprender, otra la que la escuela sueña con brindar y otra la que nuestra precaria y  cruda realidad permite llevar a cabo. Esta es una problemática a nivel federal, porque se echó a andar un ambicioso Modelo Educativo, inspirado en países de primer mundo, con instalaciones de primer mundo y recursos económicos de primer mundo, en un soñador y pobre país (como es ahora el nuestro), donde este ciclo escolar que inicia, al menos en la Ciudad de México, siguen algunas escuelas batallando para ser reparadas de los daños sufridos con el temblor de septiembre. Esto sin mencionar a muchas escuelas más, de comunidades rurales,  que seguirán en las mismas condiciones de precariedad que hasta ahora las ha distinguido. ¿Y bajo esas circunstancias cómo implementar tan ambiciosas novedades? Esperemos que este ciclo escolar sirva para subsanar  las deficiencias, reconocer nuestra triste realidad y meter freno de mano a esta urgencia de implementación,  pues si no hacemos un alto como debe ser, caeremos fácilmente en las garras de la simulación.

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