¿Terminará la partidocracia o el sistema de partidos?

Administrador Colimapm | Opinión | 06/07/2018

POR: Guillermo Montelón Nava

Tras los comicios del primero de julio, el nuevo escenario de la partidocracia nos presenta un panorama en el que habrá un partido mayoritario, representado ahora por MORENA que de pronto se ha convertido en un partido de masas, pero no como lo fue en su tiempo el PRI, pues Movimiento de Regeneración nacional aún carece de una estructura fuerte y de cuadros fuertes en su militancia.

Morena tendrá en el Congreso de la Unión una oposición muy debilitada representada esencialmente por el propio PRI y el PAN con sus respectivos representantes populares que resulten luego de las alianzas que formaron, y aunque muchos de los morenistas que llegan no tienen carrera ni oficio político, incluso hay algunos sin una formación educativa sustancial, no dejan de formar un bloque que estará atento a responder a los intereses de su líder máximo, quien una vez investido podrá detentar todo el poder sin los contrapesos necesarios en toda democracia. De hecho, el virtual presidente Andrés Manuel López Obrador tiene todo en bandeja de plata para reformar la Constitución General de la República a su antojo al tener mayoría en los congresos estatales.

Por otra parte, el proceso electoral, a reserva que se precisen las cifras en el conteo de votos que obtuvo cada partido, deja como saldo la posible desaparición de hasta cinco partidos políticos como podrían ser el PRD, Movimiento Ciudadano, el Partido verde, el Partido Nueva Alianza y el Partido Encuentro Social, en virtud de que, como dice la Ley Electoral, si en al menos uno de os proceso de elección (presidencia, Diputados federales y senadores) no alcanzaron el 3 por ciento de la votación tendrían que perder su registro. Por supuesto ya sabemos que siempre hay posibilidad de arreglos políticos y quizá alguno se salve.

Sin embargo, aunque desaparecieran esos cinco partidos, en México aún estamos lejos de deshacernos de la partidocracia, pues de origen, al surgir y existir un partido político de masas, siempre existe el monopolio del poder y el poder, en términos generales, corrompe; así que, si ahora tendremos a Morena como el nuevo partido monopólico, la partidocracia seguirá existiendo pues, aunque lo pregonen y prometan, al final se imponen los intereses del grupo en el poder como gobierno en el que el partido es una extensión de sus ambiciones de domino, a no  ser que, de buenas a primeras, también la sociedad mexicana sea efectivamente una sociedad plenamente politizada, participativa y activa, pero eso requiere de promedios altos de educación, de una verdadera cultura política y democrática con tolerancia y respeto en el que, el ejercicio de las libertades sea pleno y a conciencia de cada ciudadano.

En ese contexto lo ideal, si es que efectivamente habremos de ver un cambio con el régimen López-obradorista, esperaríamos que se impulsen reformas a las leyes electorales para que las reglas del juego se cambien y haya una competencia política renovada, equitativa y con verdaderas posibilidades de participación y elección de candidatos independientes, incluyendo un nuevo esquema de financiamiento de partidos y de las propias campañas, así como cambios en el propio funcionamiento del Instituto Nacional Electoral.

En lo personal si bien espero y aspiro a que pudieran darse esos cambios, las promesas y compromisos de campaña de Andrés Manuel sólo confirman que seguiremos transitando en la cultura del estado paternalista que sustituye al verdadero estado político. En consecuencia, seguirá habiendo élites políticas y económicas que vean a los ciudadanos como súbditos, pues a lo sumo, y tal como ha ocurrido hasta ahora, las crisis entre las élites del poder solo podrán dar lugar al surgimiento de nuevos grupos, nuevos partidos o algunos movimientos sociales que no llegan más allá de alcanzar acuerdos, acorde a los intereses particulares o de grupo. O sea que las políticas asistencialistas habrán de continuar, en lugar de diseñar políticas públicas que verdaderamente faciliten y propicien el desarrollo integral, individual y social en todos los aspectos.

Por lo pronto lo que hemos estado viendo luego de que la votación mayoritaria favoreció a Andrés Manuel, es el resurgimiento de un nuevo presidencialismo, donde el culto a la personalidad por parte de los ciudadanos, pero propiciado por el propio virtual presidente de que hay quienes lo siguen a todas partes buscando tomarse la selfi, llenándolo de halagos y elogios.

Ojalá que ahora, al darse esta posibilidad de cambio, la oposición y sobre todo la propia sociedad, tomen conciencia de su papel transformador y que se trabaje en la identificación, proyección y formación de nuevos liderazgos, a través de los cuales el verdadero cambio que requiere el país se impulse alejado de ambiciones de poder por el poder mismo.