BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 04/07/2018

YO YA VI ESTA PELÍCULA

La victoria de AMLO es un remake –un refrito--del triunfo electoral de Vicente Fox en el año 2000, cuando se terminó con más de 70 años ininterrumpidos de presidencias priistas y llegó, por fin, la alternancia. En ese momento también se desbordaron las pasiones y la población generó expectativas inalcanzables, ante una persona que en campaña nunca reflejó las aptitudes y cualidades necesarias, sino que más bien demostró un talante cerril. Ganó, pues, por el hartazgo y no porque fuera a ser mejor presidente que Labastida o Cuauhtémoc Cárdenas.

Creo que en esta ocasión nos pasan la misma película, claro, con una mayor espectacularidad y efectos visuales, como suelen ser las secuelas ante la falta de originalidad o propuesta argumentativa; así fue el triunfo aplastante, contundente, total de López Obrador en todo México: ganó la presidencia, congresos locales, gubernaturas, la cámara de diputados federales y también de senadores, donde es mayoría Morena, junto con sus aliados.

Sin embargo, a pesar de este triunfo arrasador, no participo de la euforia colectiva y las expectativas que tengo están ancladas en la experiencia de la clase política y el razonamiento. Decir que en esta elección ganó la ciudadanía es una frase cliché, manida, que está bien para la propaganda de la autoridad electoral; la realidad es que ganó la partidocracia, en este caso la de Morena y toda la mezcolanza de políticos defenestrados del PAN, PRI y PRD.

De nueva cuenta, como en el 2000, la gente salió a votar por el hartazgo y poco nos preocupamos por ver quién eran los candidatos con las mejores propuestas. Reitero: no tengo grandes expectativas con López Obrador porque nunca nos explicó cómo materializaría sus promesas, principalmente la de terminar con la corrupción y la violencia delincuencial. Y para mí la política no es una cuestión de fe, sino de certidumbres.

Es previsible que en un inicio de gobierno se disponga los aspectos presupuestarios que reduzcan el gasto corriente (lo que va a significar despidos de personal de contrato), la disminución de salarios a los altos mandos y medios, entre otras medidas de austeridad, que permitirán aumentar el gasto social, particularmente en las becas y pensiones a adultos mayores. Eso está  bien, pero son reacomodos superficiales y, estructuralmente, no impactan en la economía familiar de los mexicanos.

Insisto en el símil del 2000: hay mucha expectativa, mucha esperanza, pero poca o nula planeación de gobierno. Lo de la amnistía siento que va a ser como aquel encuentro de la paz entre Fox y el subcomandante Marcos, y ahora que AMLO tiene de aliado a TvAzteca y Televisa – ¿no buscarán tumbar la reforma en telecomunicaciones que les quitó el duopolio televisivo?—tendrá toda la parafernalia mediática para hacer un gran show, con el Papa como protagonista principal y otros actores invitados.

Siendo racional, dudo que la corrupción se termine por ósmosis. Creo que lo mejor es fortalecer las instituciones y procurar los mecanismos para que se castigue con fuerza la corrupción. Pero nuestro virtual presidente tampoco abundó mucho en los cómos, por lo que tendremos que esperar.

Este 2018 ganó la partidocracia y quedaron muy demeritadas las candidaturas independientes, en gran parte por la influencia negativa de Jaime Calderón, el Bronco, un palero de la partidocracia; perdieron Kumamoto, así como otros candidatos que tenían excelentes propuestas, pero la marca no les favorecía. Ahora AMLO gobernará los primeros años sin ningún contrapeso y con un gran bono democrático que lo legitima para tomar cualquier decisión...cualquiera 

DOS PUNTOS

La pregunta ahora es quién tendrá el poder de Morena en el estado, un partido que en la elección del 2015 no obtuvo prácticamente nada y perdió su registro. Pero que ahora representa 15 diputados locales de 16 de mayoría; cuatro ayuntamientos, contando Manzanillo y Tecomán, así como las diputaciones federales y la fórmula del senado.