LA PANGA

MAYAHUEL HURTADO | Opinión | 26/06/2018

QUIÉN GANARÁ EL 1° DE JULIO?, ¿LA ANESTESIA O LOS VOTOS?

Se ha creado la mampara más grande de ilusiones que se tenga en la historia democrática de nuestro país. No es para menos, en un México en constante evolución y con los sentimientos a flor de piel, puede hacerlo presa fácil del anestésico electoral ideal, para que la gente crea a ciegas las afirmaciones de un populista que ha vendido la idea de transformar al país, del cambio verdadero, de una nueva historia.
Pero del dicho al hecho hay mucho trecho y es que la verdad, si Andrés Manuel López Obrador estuviera tan seguro de ganar las elección sin el PRI ni el PAN, no los estaría invitando a sumarse y lo que es más incongruente, no encabezarían algunos de los ex priístas y ex panistas los proyectos de estos comicios electorales, pero la realidad es que durante más de década y media, fue generando un escenario antisistema para llegar a la silla del águila; sin embargo, los miembros de esa clase política tan denostada por él, integran el elenco para el domingo primero de julio.
Desde sus inicios a la fecha, los cambios de AMLO han sido drásticos y abrumadores, ha cuidado muy bien el no resaltar que fue un priísta de hueso colorado y ha demostrado su falta de estructura para hacer frente a un ejercicio electoral en donde millones de mexicanos emitirán su voto y ante la ineficacia de su proyecto, ya están difundiendo mensajes de “la posibilidad de un fraude”, cuando hace algunos meses afirmara que respetaría la voluntad de los ciudadanos expresada en las urna, sobre todo haciendo énfasis el Instituto Nacional Electoral que no existía ninguna posibilidad de fraude.
Pero quienes conocemos el comportamiento errático de AMLO, sabemos que de nueva cuenta se está preparando su traje de víctima, para llamarse robado en la elección y continuar así otros seis años, o quizá más, debido a que sus millones de seguidores no han comprendido que el mejor negocio de AMLO son las elecciones, o explíquese usted, amable lector, lectora, ¿cómo puede una persona sobrevivir y darse buena vida, buenas escuelas para sus hijos y empleos para su familia, sin tener un empleo formal? “La fábrica de sueños AMLO”, en su edición 2018, lanzó al mercado el anestésico electoral marca “Ya sabes quién”, que tiene relajados a unos, esperanzados a otros y enajenados a muchos, acerca de que él representa el cambio en el país.
Al mismo tiempo, a los hombres y mujeres que generan empleos y tienen sus inversiones en el país, los tiene al borde del infarto, con sus sueños de murallas económicas, como resultado de no comprender las sinergias del país para mantener activa la economía.
Entre ese ánimo, vino el primer problema: Los resultados del Mundial de la Selección Mexicana que avivó los ánimos en el país y logró inhibir en muchos los efectos del anestésico electoral conocido, que terminó con una acción repudiada en Rusia cuando una botarga de AMLO caminaba por las calles, en donde los festejos estaban en su punto más alto; el resultado fue pedirle que se quitara ese disfraz y que no sacaran raja política del tema.
Acto seguido vino la respuesta de la aspirante a ser la primera dama, quien con una seña obscena, desató comentarios de rechazo, porque no se puede pedir tolerancia para una botarga, insultando a quienes no apoyan el proyecto de “El Peje”.
Por si esto fuera poco, el periodista Pablo Hiriat, en su columna “Uso de Razón”, en ediciones recientes, señala las fuertes declaraciones en “The Washington Post” y “The Economist”, que no gozan de ninguna posibilidad de influencia política, ni tampoco del gobierno mexicano, nos advierten en su editorial institucional que elegir a AMLO equivale a elegir a Trump por su populismo e ignorancia.
“The Economist” señala que “lo que está a punto de suceder en México se parece a la elección de Donald Trump en Estados Unidos, el voto de Gran Bretaña para dejar la Unión Europea y el giro de Italia hacia el populismo”, y según este diario, AMLO “tiene poca idea de cómo funciona una economía o una democracia moderna”.
Dice textualmente, en referencia a la locura que podríamos cometer en México: “Los líderes carismáticos que se montan en los resentimientos contra el poder, son casi siempre falsos profetas, quienes prometen seguridad y prosperidad… El peligro que representan en las nuevas democracias es mayor al que representan en los países donde la democracia está más profundamente enraizada”.
El editorial institucional de “The Washington Post” de este lunes expone que “por ahora muchos mexicanos están menos preocupados por las malas relaciones con Estados Unidos que por la posibilidad que López Obrador pueda llevar al país de vuelta a las políticas estatistas fallidas de la década de 1970, o peor, al catastrófico socialismo del Siglo XXI de Venezuela”.
En su columna hay tres reflexiones que no podemos pasar por alto:
1.- Hay señales demasiado grandes como para no entender que nos podemos meter en un hoyo económico, político y social, del que no saldremos en décadas.
2.- Las encuestas son importantes y reflejan un estado de ánimo al momento de contestar las preguntas del encuestador.
3.- Pero otra cosa es estar frente a la boleta electoral, en la soledad de la casilla y cruzar a conciencia el porvenir de la nación.
En pocas palabras, amable lector, lectora, una situación es el resultado de las encuestas como resultado de un anestésico electoral y otra muy distinta que esa muestra, generalmente practicada por las empresas en las zonas donde tiene alta aceptación el candidato que las ordena; representen la totalidad de votos que se depositarán en las urnas el próximo domingo primero de julio.
Por eso, razone su voto, elija bien, recuerde que son seis años y que los mismos comportamientos de AMLO, es decir, sus demonios del pasado, lo acechan a unos días de que todos salgamos a votar. Nuestro voto es libre y secreto, sólo agreguemos que deba ser bien analizado, por el bien de todos. Lo digo por aquellos pronunciamientos de los candidatos de Morena de defender el voto, y que así sea, pero que bajo ninguna circunstancia, cuestionen el voto de quien optó votar por otra opción.