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OJO DE MAR

Administrador Colimapm | Opinión | 31/05/2018

POR: Adalberto Carvajal

LA TIENDA DE LOS TECOLOTES
Las dos temporadas en las que más vendió la tienda de Sanborn’s en Colima fue la que siguió a la apertura de la sucursal, hace cinco años, y los días previos al cierre del establecimiento.
En las horas que siguieron al anuncio de que la tienda en Zentralia cesaría sus operaciones, vendieron más que todo el año. Y eso que no hubo ofertas ni promociones especiales por liquidación. La gente simplemente hizo, como dijo un amigo, compras de pánico.
 “¿Por qué cierran?”, preguntó una niña. “Porque en cinco años la tienda nunca fue rentable”, respondió uno de los empleados que trabajaron ahí desde el primer día, evidentemente cansado de responder a la misma interrogante y visiblemente angustiado por lo que implica perder su empleo.
Que cierre sus puertas en Colima una tienda de las que hay por decenas a lo largo del territorio nacional, parte de una cadena que parecía destinada a seguir creciendo, absorbiendo otros establecimientos similares y experimentando con diversos formatos, entre ellos, uno de solo cafetería, es algo que debería intrigar a los estudiantes de Administración, Negocios, Turismo, Gastronomía, Comercio, Mercadotecnia y otras carreras afines.
Una observación empírica permite concluir que la tienda fue mal manejada, el problema parece haber sido de gerencia. La cafetería es un sitio de reunión obligado en muchas ciudades y cuando los colimenses van a la Ciudad de México o a Guadalajara, muchos comen todavía en el Sanborn’s. Es el colmo entonces que en el restaurante de Zentralia no les quedaran bien las enchiladas suizas. Ni siquiera te atendían vestidas como las meseras de Sanborn’s.
El fracaso de la gerencia de alimentos y bebidas precipitó el colapso de la tienda. Las cosas ya pintaban mal cuando hace unas semanas se anunció el nuevo horario, 10 pm, siendo que en otras sucursales el restaurante cierra a media noche, el bar a las 2 de la mañana y la farmacia permanece abierta 24 horas.
Sanborn’s no logró integrarse a los hábitos de consumo de los colimenses. El hombre de negocios que viaja y descubre que la corbata amarilla que le echó la esposa no combina con su camisa morada, sabía que podía comprar una de buena marca y precio razonable en la tienda del tecolote. Lo mismo un cinturón y los artículos para su aseo personal.
Sanborn’s es a dónde va la gente que necesita un regalo de última hora a comprar una billetera, un encendedor o una caja de chocolates. Pero un cliente se quejaba, mientras veía las aglomeraciones donde alguna vez en la tienda compró nueces y estaban acedas.
Cuando fumar era bien visto, a esa tienda iban los caballeros a comprar cigarrillos importados. Y todavía hay quien adquiere ahí habanos y puros mexicanos.
Incluso, tal como se relata en las novelas mexicanas del género, en muchas ciudades la sección de revistas del Sanborn’s es lugar de ligue. La moral colimense no tuvo que preocuparse porque eso ocurriera en Zentralia.
No es difícil suponer que la tienda cierra porque en Colima se vive una recesión económica y el ingreso familiar no da para comprar los artículos superfluos que suele vender esa tienda. Pero ciertamente la causa no es la estrategia de la cadena propiedad de Carlos Slim de resguardarse ante la eventualidad de un triunfo de López Obrador. El supuesto comunicado que daba esa versión fue desmentido por la empresa.
Los empleados dicen que había ventas fundamentalmente el fin de semana. Y que la clientela de entre semana no era suficiente para compensar los gastos de operación.
A más de una persona le escuché decir: “Esa tienda no es para Colima”, pero ¿por qué entonces en las jornadas previas a la clausura se vendieron muchos de los relojes, algunas de las cámaras, la mayoría de los modelos de automóviles a escala (que no son nada baratos) y todas las pantallas que estaban en los aparadores?
Subí al Facebook un comentario mostrando mi escepticismo respecto al cierre de la tienda, porque la explicación que comenzó a circular era a todas vistas una fake news. Luego subí otro aceptando la verdad de la clausura, pero no la causa.
Nunca había leído una cauda de comentarios más extensa que esta última. Es claro que a los colimenses nos irrita el cierre de Sanborn’s. Y aunque un amigo criticaba el precio de los libros, hay que reconocer que extrañaremos la mesa de novedades editoriales. Ahí llegaban los lanzamientos antes que a cualquier otra librería.
Es también el lugar donde los jóvenes y chavorrucos aficionados a las historietas y novelas gráficas tenían acceso a nuevos títulos. De la disponibilidad de mangas y cómics surgieron varias colecciones que ahora tendrán que continuarse por otras vías, la de Amazon, por ejemplo.
Eso sí, la sección de discos y películas estaba tocada de muerte debido a la creciente popularidad de las plataformas de streaming de audio y video. Pero recordaré con nostalgia cuando en Sanborn’s empezaron a vender LPs (discos de vinilo).
Que la cadena nunca acabó de conocer el mercado local se demuestra al leer la razón social de un vehículo de servicio estacionado afuera de la tienda. En donde dice domicilio, apuntan: “Plaza Comercial Centralia”.
Mi correo electrónico: carvajalberber@gmail.com. Esta columna también se puede leer en: www.carvajalberber.com y sus redes sociales.

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