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PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 31/05/2018

MORENA ES LA NUEVA “MAFIA DEL PODER”

Sé que lo que voy a decir causará escozor tanto en los integrantes y candidatos del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), liderado (únicamente) por Andrés Manuel López Obrador, como en su ciudadanía adepta, pero es un deber para quienes reflexionamos sin concesiones sobre nuestro entorno político y social no dejarnos llevar por la “euforia” colectiva y subrayar los peligros que puede acarrear cerrar los ojos y darle la espalda al recto juicio. Para empezar, es importante señalar que no es gratuito que un movimiento como el impulsado por López Obrador esté teniendo tanto éxito social si consideramos que el PRI y el PAN (principalmente) se ganaron a pulso el repudio ciudadano, esto debido a los altos niveles de corrupción e impunidad acreditados en sus administraciones presidenciales y en la mayoría de las estatales. Son partidos, pues, justificadamente deslegitimados debido a que confirmaron su ineficacia. Aprovechando esta zona de oportunidad, López Obrador creó un discurso antagónico y muy efectivo con el que supo aglutinar la esencia del rechazo social, y fue sobre esta base sobre la que fundó su Movimiento y se erigió en el único amo y señor del mismo, tal como se estila en los sistemas autocráticos y en las culturas en las que priva el culto a la personalidad. Tan es López Obrador amo y señor de su Movimiento que cuando uno hace el ejercicio de horizontalidad de su partido, al único que se le ve en su estructura escalafonaria es a él mismo, eclipsándolo todo. Nada se mueve, de facto, sin su venia. Nadie podría garantizar, entonces, que si así gobierna su partido no lo vaya a hacer del mismo modo con el país. Recordemos a Fidel Castro: también él vendió a sus adeptos y a la sociedad, incluso al grueso de la intelligentsia cubana, la idea de una “revolución”, una transformación radical a partir del derrocamiento del dictador Batista, y al final todo su “movimiento revolucionario” devino en una terrible dictadura, principalmente para sus opositores. Guillermo Cabrera Infante, intelectual que como muchos otros participó de este esperanzador proyecto, terminó exiliado en Londres y peleado con el régimen castrista, del cual se sentía decepcionado. Lo mismo le sucedió al gran novelista Reinaldo Arenas. Aunado a esto, en la evolución de su propio Movimiento de Regeneración Nacional, López Obrador se dio cuenta de que para poder ganarle al lobo tenía que convertirse en lobo también y no en la blanca paloma a través de la cual quiso ganar en las dos pasadas elecciones presidenciales, de tal modo que empezó no sólo a aglutinar a políticos (del PRI, del PAN, del PT, de donde sea, lo mismo da) de pésima reputación e incluso de probada corrupción, sino también a empresarios que han sido señalados de estar relacionados con el crimen organizado (y ahí está, por ejemplo, el candidato de Morena a gobernador por Jalisco, Carlos Lomelí, que la inteligencia estadounidense señaló en dos ocasiones de tener relaciones con el narcotráfico). Esto es: la esperanza de transformación vendida a la sociedad es básicamente más de lo mismo y, de hecho, peor, porque aprovechando la avidez de las masas, López Obrador ha hecho promesas que son, lo sabe él y lo sabemos muchos,  irrealizables. La invitación a los ciudadanos de que voten en paquete a Morena a ojos cerrados tanto en la presidencia como en los congresos federales y estatales a fin de que este movimiento pueda conseguir “los grandes cambios que México necesita” es de un peligro tan grande como el de darle una pistola a un sicario. Teniendo en cuenta la personalidad mesiánica de López Obrador, quién nos asegura que éste no va a querer cambiar la Constitución para ser presidente eterno con el argumento de que su gran movimiento necesita tres décadas para cristalizar. Ejemplos de esto sobran: véase a Correa en Ecuador, al exguerrillero sandinista Ortega en Nicaragua, al propio Hugo Chávez en Venezuela, etcétera. ¿Qué quiero decir con todo esto? Muy sencillo: que hay que informarse antes de votar. Que los electores deben de ver no sólo propuestas (prometer ya es muy fácil ahora) sino perfiles de los candidatos, voltear a los otros partidos (ahí está Nueva Alianza, Movimiento Ciudadano, los independientes, etcétera), detenerse un poco a pensar con agudo juicio qué es lo que realmente conviene al bien común y entonces, después de habernos quitado las vendas, emitir nuestro voto. No estoy invitando a no votar por Morena, ojo, estoy sólo diciendo que no todo lo que brilla es oro, y que es importante reflexionar un poco antes de votar, porque en ello nos va el futuro.
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