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Servando Ortoll, cazador de archivos

Administrador Colimapm | Colima | 12/04/2018

POR: Pedro Zamora Briceño
Agencia Informativa Conacyt.- Servando Ortoll casi lloró de la emoción cuando, hace algunos años, un despachador de gasolina de Quesería, Colima, lo reconoció —al escuchar su nombre para elaborar la factura— como “el que escribe sobre barcos hundidos”.
Para el historiador, quien en 1987 se doctoró en sociología histórica por la Universidad de Columbia, en Nueva York, esa es una de las más grandes gratificaciones que ha recibido en las más de tres décadas que ha dedicado a la historia. “Es lo que yo quería hacer: historia profesional legible para todo tipo de lectores, que no se quedara en el círculo académico, porque mi voz no ha sido dirigida a un grupo de especialistas en historia, sino para un público general”.
La necesidad de escribir con estilo claro, sin recurrir a la jerga sociológica o histórica, era un aspecto que enfatizaba siempre uno de sus profesores en la universidad estadounidense, por lo que desde entonces el académico decidió tomar esa idea como propósito personal. “Cuando el señor de Quesería me dijo eso, consideré que había cumplido con esta parte de la consigna”. En esa época, además de su labor académica, Ortoll publicaba artículos en la prensa colimense.
Explorador incansable de los principales archivos históricos del mundo, y autodefinido como un “viajero irredento”, Servando Ortoll llegó en 1985 a esta ciudad y se integró a la planta académica de la Universidad de Colima, donde formó parte del Centro Universitario de Investigaciones Sociales (CUIS). Diecisiete años después, en 2002, se fue de esta casa de estudios, inconforme con las presiones sufridas por parte de sus directivos.
Expone: “Esa universidad está muy politizada (...) Había temas que no podía tocar porque les molestaba a los políticos rectores en turno”. Por lo tanto, en aquel año se fue a El Colegio de Sonora, donde permaneció unos años y posteriormente se incorporó a la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), a la que recientemente presentó su renuncia para jubilarse. Sin embargo, aclara: “Me jubilé de lo administrativo, de la relación laboral, pero nunca me voy a jubilar de la historia: esto es mi vida”.
Además de su doctorado en Columbia, Ortoll cursó una maestría en filosofía en esa misma institución y otra en sociología en la Universidad de Boston. Su licenciatura la hizo en la Universidad de las Américas Puebla, en estudios latinoamericanos. Ha publicado seis libros de carácter histórico como autor único y decenas de volúmenes de compilaciones, traducciones o capítulos, solo o en coautoría. Entre otros, es autor del tomo III de la Historia general de Colima, denominado "Dulces inquietudes, amargos desencantos: los colimenses y sus luchas en el siglo XIX"; Artífices y avatares: lo que revela el juicio de Tepames, Colima (1909-1914); La trama de la historia: anécdotas y remembranzas de un practicante; Noticias de un puerto viejo: Manzanillo y sus visitantes, siglos diecinueve-veinte y Por tierras inhóspitas y desconocidas: Baja California en el imaginario de dos viajeros extranjeros.
Prácticamente todas sus obras han sido fruto de sus pesquisas realizadas en los principales archivos históricos del mundo, sobre todo de países de Europa, América Latina y Estados Unidos. Considera que su capacidad de leer en cinco idiomas extranjeros (inglés, francés, italiano, alemán y portugués) le ha abierto todos los archivos del mundo. Sin embargo, la mayoría de sus viajes y búsquedas han sido financiados con sus propios recursos y durante sus periodos vacacionales. Su pasión ha sido tan grande que uno de sus hijos se refirió a él como “cazador de archivos”, definición con la que el historiador se encuentra satisfecho.
LA BÚSQUEDA, RECOMPENSA EN SÍ MISMA
Confía: “La investigación ha sido para mí una recompensa en sí misma. No hay nada que pueda reemplazar esa experiencia. El camino ha sido maravilloso, no tanto los hallazgos. Sí es importante publicar mis hallazgos, pero no es mi finalidad principal. Mi finalidad fue el camino. Eso es lo que he disfrutado al estar en París, Madrid, Roma, Berlín (…) Cuando visito cualquier ciudad del mundo aprovecho todo el tiempo hurgando en sus archivos en busca de información sobre México, esa es mi diversión, esos son mis museos”.
—¿Cómo realiza sus investigaciones en los archivos?
—Una cosa fundamental para ser historiador es desarrollar la imaginación histórica. Charles Wright Mills, el sociólogo que era profesor de Columbia, habló en una ocasión sobre la imaginación sociológica, lo leí en su obra dos o tres veces: era una especie de biblia para nosotros. Lo más importante es cómo pensar en los archivos, cómo darles vuelta si están cerrados o si no encontramos lo que esperamos. Es muy fácil para historiadores perezosos decir: ‘Ah, no encontré nada, lo visité’, y lo citan como visitado, pero en realidad no le extrajeron jugo, es una falta de imaginación extraordinaria, porque muchas veces las respuestas están en los archivos, pero hay que saber buscar.
Muchos historiadores mexicanos eso hacen, llegan a un archivo y pronto deciden que no encontraron nada. Si no encuentras de una forma, hay que buscar de otra. Hay gente que va al archivo a la carrera. Uno se tiene que poner en los pies de los personajes o de las asociaciones que está analizando, así como en el posible criterio que usaron los archivistas para ordenar las cosas. Puede ser que el archivista haya cambiado de lugar algún documento. Por ejemplo, si voy al Archivo de Indias a buscar un legajo sobre Colima, no hay que limitarse a buscar en esa área. Hay que ponerse en el lugar del archivista. Pensemos que en 1760 llegó un militar y pidió ese documento, pero cuando lo devolvió fue colocado en el área de Baja California. Entonces si uno busca nada más en Colima no va a encontrar nada.
Ortoll recuerda una vieja historia que contaba su asesor de tesis, Sigmund Diamond, en la Universidad de Columbia, sobre un borracho que a medianoche se encontraba buscando unas llaves bajo un farol. “Llegó un policía y le preguntó: ‘Oiga, qué está buscando, si quiere le ayudo’. Respondió el borracho: ‘Las llaves de mi casa’. El policía le preguntó: ‘Y dónde las perdió’. El borracho dijo: ‘Por allá’. El policía, extrañado, le cuestionó: ‘¿Si las perdió allá, por qué las busca aquí?’. Y contestó: ‘Porque aquí es donde está la luz’. Es una metáfora que contaba mi profesor Diamond sobre la búsqueda de documentación e información de un archivo. No buscar en el lugar obvio. Si vas al lugar obvio y no encuentras nada, piensa, imagina dónde puede estar. Ese tipo de cosas uno aprende sobre la marcha y es básico en la búsqueda para un historiador”.
En su tiempo, considera Servando Ortoll, los archivistas rara vez pensaron en un historiador del futuro, pues lo único que quizá hicieron fue dar cierto orden al archivo conforme a la lógica de su tiempo, pero a su juicio el investigador tiene que meterse a la lógica del archivista para entender o buscar lo que le interesa y eso nadie lo hace en México. “Si la documentación no está clasificada como el historiador espera que esté, se va y nunca se pone en los zapatos del archivista, cuando esto es una cosa maravillosa del quehacer historiográfico que hay que desarrollar”.
LA INVESTIGACIÓN DE SU VIDA
Desde hace más de diez años, Ortoll se encuentra trabajando en la que considera la investigación de su vida: el huertismo. Lo que inicialmente se planteó como una biografía del general Victoriano Huerta, ya no lo será porque no existe suficiente información anterior a la gestión del personaje como presidente interino. Ante esta circunstancia, el historiador decidió realizar un estudio sobre la época, del que surgirán tres libros, el primero de ellos ya concluido, sobre la invasión de Veracruz, el segundo sobre la Decena Trágica y el tercero sobre el periodo del gobierno huertista.
La información más importante de estas obras, comenta, proviene de archivos nacionales y extranjeros que prácticamente no habían sido consultados. Aunque en el caso de los archivos mexicanos, como el General de la Nación o el de la Secretaría de la Defensa Nacional, la documentación es muy limitada y en algunos casos el académico sospecha que se trata de censura de la información por motivos políticos. Para sustentar su investigación, rastreó durante más de siete años información en archivos europeos y norteamericanos. Le falta indagar en Sudamérica y el Caribe.
Entre sus hallazgos, cuenta, ha localizado evidencias que desmienten la versión oficial sobre la figura de Huerta, quien ha sido calificado de “traidor” y considerado el antihéroe al adjudicársele la conspiración contra Francisco I. Madero. Sin embargo, de acuerdo con Ortoll, no se puede afirmar que Huerta haya sido responsable o haya iniciado el golpe de Estado. La versión oficial sobre el huertismo está totalmente politizada, pero en realidad Huerta fue un patriota, refiere el historiador.
Si bien hasta hace tiempo Servando Ortoll había considerado que su tesis doctoral sobre el movimiento sinarquista en México, que no se ha publicado en español, había sido la investigación de su vida, ahora está convencido de que lo es la actual sobre Victoriano Huerta.
“Sí, esta es la obra de mi vida en muchos sentidos, pero no tanto por el tiempo invertido, sino porque ahora me siento mucho más capaz, mucho más imaginativo como historiador, con toda la experiencia acumulada, a diferencia de que si hubiera iniciado esta misma investigación al terminar el doctorado”, concluye.

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